La Nueva Realidad a la que nos estamos adaptando es difícil, con una carga más de incertidumbre a la que ya estábamos acostumbrados.
Ciertamente toda crisis es un área de oportunidades a las que tenemos la posibilidad de acceder con un poco de creatividad, fortaleza y tenacidad.
Les comparto un cuento de Jorge Bucay que llegó a nosotros hace algún tiempo y esperemos nos sirva como reflexión.
Un viajero llegó a una casa cuyo cartel en la puerta anunciaba:
Este pequeño país consta de dos habitaciones llamadas negra y blanca. Para recorrerlo debe avanzar por el pasillo hasta donde se divide y girar a la derecha para visitar la habitación negra o a la izquierda para visitar la habitación blanca.
El hombre avanzó por el pasillo y giró a la derecha. Nada más dar los primeros pasos, empezó a escuchar los primeros quejidos que provenían de la habitación negra, abrió la puerta y entró.
Sentados en torno a una gran mesa había cientos de personas. En el centro de la mesa se veían los manjares más exquisitos que cualquiera pudiera imaginar y aunque todos tenían una cuchara con la que alcanzaban el plato central, ¡¡se estaban muriendo de hambre!!
El motivo era que las cucharas eran el doble de largas que sus brazos y estaban fijadas a sus manos por ello podían servirse, pero nadie podía llevarse el alimento a su boca.
La situación era tan desesperada y los gritos tan desgarradores que el hombre dio media vuelta y se marchó de allí precipitadamente.
Volvió a la sala central y tomo el pasillo a la izquierda que conducía a la habitación blanca. La única diferencia era que no se oían gemidos ni quejidos por el camino. Abrió la puerta y entró. Cientos de personas se encontraban también sentadas en torno a una gran mesa.
También en el centro se veían manjares exquisitos y todas las personas tenían fijadas a sus manos cucharas el doble de largas que sus brazos. pero allí nadie se quejaba ni lamentaba. Nadie se moría de hambre ¡todos se daban de comer los unos a los otros!
El hombre sonrió, se dio la vuelta y salió de la habitación blanca.
Reflexión?
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